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Mostrando las entradas de abril, 2015

Zambia no tiene la culpa

 Finalmente llegamos a Zambia, donde oficialmente entramos en el sur de África. Pero con la llegada a este nuevo país también llegarían cambios fuertes, un cambio que jamás hubiera imaginado real pero que devino inminente; tan fuerte que para cuando uno pudo avistarlo ya era demasiado tarde para poder revertirlo. Zambia sería un país hermoso, pero que estaría signado por el dolor del cambio. 

Caminar sobre el agua

  35 días habían pasado solamente desde nuestro retorno a Africa, pero fue tan intenso lo vivido en estos últimos 4 países que bien pudieron haber sido 350. Acumulamos más de 2000 km de montañas exuberantes, lagos azules cristalinos, selva africana, sabana y bush repleto de animales salvajes. Demás está decir entonces, que para cuando llegamos a Mbeya, una ciudad grande al sur de Tanzania nosotros necesitábamos un merecido descanso, cuando Josefina, la hermana de Julia quien vino a visitarnos, ya estaba lista para salir. Afortunadamente, la recompensa de caminos tan duros no terminaría en dos días de buena cama y comida sino en Malawi, uno de los países más bonitos, tranquilos y fáciles para pedalear de todo Africa. Particularmente ahora, que con Josefina de compañía debíamos reducir notablemente nuestro paso de guerreros, para que ella pudiera seguirnos.

Redefiniendo el safari

Cuando pensamos en Tanzania, lo primero que nos viene a la cabeza son las imágenes poéticas de los animales salvajes deambulando por la inmensa sabana del Serengueti durante las migraciones anuales, la cima nevada del siempre omnipresente monte Kilimanjaro y las idílicas playas de Zanzibar, sus sitios turísticos por excelencia ubicados al este del país. Sin embargo, raramente hemos escuchado historias provenientes del oeste tanzano, donde los estrechos sin población se extienden por centenas de kilómetros, y quienes habitan la selva, el bush y las costas vírgenes del lago Tanganyka son los animales salvajes y la gente de las tribus alejados de todo contacto con el turismo en masa. No importa cuán bonitas sean las imágenes del este, tan conocidas por haber sido fotografiadas hasta las nauseas, es este estrecho de 1000 km inhóspitos y salvajes que se extiende desde la frontera de Burundi hasta la de Malawi, el que más me cautiva y por allí fuimos.

Si el dinero hace falta, se pide

A veces deben suceder tragedias humanitarias como los genocidios para que ciertos países, irrelevantes ( y a veces desconocidos absolutamente) para casi la mayoría de la gente, aparezcan en el mapa de la humanidad, como es el caso de Ruanda, que de la mano de su brutal genocidio de 1994 ha entrado en la memoria de la historia para siempre. Pero hay casos en los que no importa cuánto sufrimiento ocurra, ni siquiera llegan a tener el privilegio de ser notados por un mundo que ignora lo que no le importa, como es el caso del país vecino de Ruanda. Burundi ha contado con su propio genocidio, también entre Hutus y Tutsis, seguidos por décadas de guerra civil, hambre y pobreza, pero son muy pocos los que parecen haberse enterado. La pregunta más frecuente que recibo cuando digo "Burundi" es: ¿Y eso qué es? Al país olvidado entramos luego de salir de Ruanda.

El país de las mil formas de sufrimiento

En el año 94, cuando tenía 16 años, un remoto país africano prácticamente desconocido por los sudamericanos, de repente hacía eco en las noticias. Es poco o nada lo que se publica sobre Africa en mi país de origen, por eso tengo recuerdos vagos de aquel momento, pero lo que sí recuerdo perfectamente, es que se trataba de una nueva historia trágica que venía del continente negro (después de todo, lo malo es lo único que se escucha de allí). Lo que no supe sino hasta bastante más tarde en mi vida, era la magnitud de la tragedia que ocurría en Ruanda por aquellos días. Por eso fue inevitable llegar a este diminuto país con una imagen de profundo dolor.